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A cien años del inicio… (1789)



Llegamos al centenario de Santa Clara, a transcurrido un siglo de transformaciones socio – urbanas, la faz de la villa ha ido evolucionando gradualmente, la localidad se halla oficialmente dividida en cuatro cuartones al este de la plaza se extienden Buenviaje y Carnicería y al oeste, Barrio-nuevo rebautizado El Carmen, y Paso Real, que abarcará el sector de Tanoya, en estos barrios en crecimiento, el desarrollo va aparejado al mejoramiento del hábitat, continúan usando los materiales tradicionales y van incorporando aquellos que el progreso permite, el paisaje urbano se distingue por casas, construidas indistintamente de mampostería y tejas, embarrado y tejas, tabla de palma y guano, y paja y guano. En esta amalgama arquitectónica se distinguen las edificaciones religiosas llevadas a cabo por los padres Conyedo y Hurtado de Mendoza, (Iglesia Parroquial Mayor, La Ermita de la Candelaria, Ermita del Buen Viaje, Iglesia de Nuestra Señora del Carmen), la primera casa de dos plantas detrás de la iglesia Mayor, la incorporación de portales dando a la plaza y el traslado de la Casa Capitular y cárcel frente a la plaza Mayor.


Si vemos la villa, en esa centuria inicial nos percataremos que ha crecido casi en las mismas proporciones hacia cada uno de los costados de la Plaza de Armas, todo este crecimiento urbano se ha dado dentro del área delimitada por los ríos del Monte y de la Sabana. No será hasta diez años antes de culminar la primera centuria (1779), que sus horizontes se esparcirán mas allá de los mismos, cuando parcelaran los solares ubicados al oeste del villorrio entre el río de la Sabana y el arroyo Botijuela (Río Bélico y Arroyo de la Tenería), lo que origina el nacimiento del barrio del Condado, el más famoso y bullicioso de la ciudad, ubicado en su parte Sur, su crecimiento es a partir de los pobres y obreros; fue abrigo de delincuentes y prostitutas, además de los menesterosos de la ciudad.


Conviene subrayar que la villa, a pesar de estar trazada en el interior de dos ríos y atravesada por diferentes arroyuelos, cañadas y cursos de agua, no ha construido puentes sobre los ríos, y que en el espacio de cien años, sólo dos pasos de madera, mal llamados puentes, fueron levantados sobre dos cañadas, y en sitios de poco tránsito. Un censo arroja para el momento, la cifra de 7000 habitantes.


La agricultura avanza significativamente en estos primeros cien años, era tan grande el estado a que había llegado el fomento rural, que además de abastecer de productos agrícolas al vecindario, se trasladaban para otros pueblos de la isla, muchos de sus productos agrícolas, consistiendo el mayor movimiento de su comercio interior en el ganado, que en gran número, se enviaba con destino á la Habana; Las haciendas de la región, se destacaban por la elaboración del azúcar, el cultivo del trigo y la industria de la cera, productos que llegaron á dar entonces mucha importancia á las riquezas del país, sobre todo el segundo, cuya siembra llegó á generalizarse de tal modo, que raro era el agricultor que no se dedicaba á ella, y débanse tan abundantes cosechas, que después de abastecida la población, se vendía el grano sobrante en grandes partidas para otros pueblos.


Un aspecto muy importante que favoreció el desarrollo en estos primeros cien años y de los años venideros, fue la posición de la ciudad, casi en el centro del país, convirtiéndose en una parada ideal y un enlace de comunicación entre el este y el oeste de la isla, paso obligado entre La Habana y el oriente del país, hallándose Santa Clara en el corredor de las comunicaciones terrestres entre La Habana y Santiago de Cuba, la villa dispuso de un “teniente de correo mayor” desde 1755, que se convertirá en Administrador de correos en el año 1779, lo que acarreó no pocos beneficios para los pueblos del país, que con este medio de comunicación, del que habían estado privados hasta entonces, pudieron estrechar sus relaciones y fomentar el comercio, lo que constituyo sin duda alguna una ventaja para aquellos lejanos tiempos, que puso en mutua correspondencia a todas las poblaciones de la isla.


Este primer período, fue para Santa Clara, un siglo complejo que no estuvo privado de riesgos, calamidades, enfermedades, epidemias, hambrunas y de transformaciones socio – urbanas, pero la perseverancia de las figuras locales que no cejaron en su combate por imprimirle un sello de progreso a la villa donde vivían, hicieron de la misma a cien años de fundada, una jurisdicción de nuevo tipo en la que había más habitantes que en el resto de los pueblos, hatos y corrales a su alrededor.

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