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El Mejunje, de Silverio, oasis cultural, único en Cuba y el mundo.



Hace unos años atrás en una fría noche de marzo, me encontraba en horas de la medianoche con unos amigos muy cerca de las áreas del parque Vidal, en un encuentro etílico - comestible, sucede que nos quedamos sin el ambarino liquido que consumíamos y dirigimos nuestros pasos hasta “El Mejunje” un Centro Cultural, ubicado en el centro de la ciudad, único disponible a esa hora en el área, en busca de una nueva botella aguardentosa con que seguir nuestras libaciones alcohólicas, ninguno de los tres habíamos estado anteriormente allí, quizás por los prejuicios que durante mucho tiempo, existían sobre este recinto, muy polémicos y discutidos, en sus orígenes, era conocido simplemente como un lugar para hombres gay; Santa Clara era una ciudad homofóbica, lo que la dividía entre pros y contras, generando mitos muchos de ellos machistas y sexistas, que te tachaban muchas veces de debilidad viril, si eras asiduo visitante del polémico local, nosotros hombres en pecho habíamos jaraneado y señalado a amigos y conocidos muchas veces, recuerdo que días antes, nosotros tres, mosqueteros inseparables en esa época habíamos jaraneado con Pablo, un hombre humilde, de gran arraigo campesino, aficionado a los tragos que hacía de custodio de los trenes locales, acusándolo de ser el vigilante ó CVP (Cuerpo de Vigilancia y Protección) del tren del Mejunje, se imaginan la rabieta del susodicho y el regocijo e hilaridad de nosotros los tres concuñas como nos hacíamos llamar. Por suerte hoy día, el lugar es confluencia frecuente para personas de todas las edades, que acuden a ese espacio con regularidad, aunque sigue existiendo una minoría de enemigos de “EL Mejunje” que juzgan, la existencia y la visita al mismo, haciéndolo foco de las criticas y quieren que desaparezca, aunque no lo crean todavía hay personas que así piensan.


“El Mejunje”, en un centro cultural multifacético y antidogmático en el corazón de la villa, donde todos los estratos sociales de la ciudad tienen cabida, debido a su hospedaje cultural, y por demás es un centro de inclusión social de los sectores más vulnerables y de la diversidad sexual, conformada por los miembros de la llamada comunidad de Lesbianas, Bisexuales, Gays, Transexuales e Intersexuales (LBGTI), en la ciudad de Santa Clara, tiene una historia larga y tormentosa, sus orígenes se remontan a más de tres décadas, originalmente creado como simple reunión de amigos bohemios e intelectuales en la sede del "Teatro Guiñol de Santa Clara" a mediados de los años ochenta del pasado siglo, su fundador el Dramaturgo, Director Teatral, Actor y Promotor Cultural Ramón Silverio, inspirado en la entonces muy de moda tradición habanera de las “peñas” (reuniones informales de música, poesía o baile), comenzó a soñar con crear su propio centro cultural. Silverio buscaba crear un espacio urbano donde intelectuales, artistas y cualquiera que estuviera interesado en las artes pudieran reunirse y sentirse a gusto, la propuesta cultural era grave, pero muy espontánea, los artistas ofrecían su espectáculo en la noche y, a veces incluso hasta el amanecer pero todo se hacía con la tenaz oposición de la Directora del Sectorial Provincial de Cultura de entonces que empeñó todos sus esfuerzos por acabarla, argumentaba que aquello era un relajo y que el Teatro Guiñol de la calle Trista era un teatro para niños y no un cabaret, por lo que hubo que pensar en su traslado de esta sede, después de muchas discusiones en una reunión propusieron trasladarlo para el patio de la de la Biblioteca Provincial “José Martí”, por considerarlo que no era el espacio ideal Silverio declina y rechaza la propuesta y cuando ya todo parecía perdido, para salvarlo le ofrecieron entonces el local de la antigua Escuela de Artes Plásticas (La otrora escuela para niñas pobres hoy Complejo Gastronómico cultural Santa Rosalía; detrás del teatro La Caridad, en la calle Máximo Gómez, una hermosa construcción del siglo pasado a la sazón medio en ruinas, allí empieza a ganar popularidad, toma fuerzas El Mejunje, pero como opción diferente, inédita. Se convierte en un lugar con más posibilidades culturales, lo que obliga a establecer un control de asistencia a través de listados y carnet de amigos de El Mejunje (hoy con orgullo muchos muestran ese carné que han conservado a través del tiempo), comienzan a reunirse allí además de los artistas, bohemios y trasnochados, los homosexuales, y otras personas excluidas de la sociedad, como los ex prisioneros, allí no se marginaba a nadie, a todos se le pide un comportamiento social de acuerdo con el lugar, pero el gobierno revolucionario ve aquello con malos ojos, allí se hace lo que era prohibido o mal visto, un gobierno que practica sistemáticamente la discriminación a los homosexuales, religiosos, intelectuales, amantes de la música de Los Beatles, los Rolling Stones y el rock, tratándolos como delincuentes comunes divergentes a la ideología del régimen, en un país donde cualquier cosa constituye un delito según las leyes revolucionarias, la peña provoca no pocas reticencias, no se podía permitir, por lo que decididos a hacer desaparecer la tertulia, comenzaron los rumores de que el lugar amenazaba derrumbe, que no soportaba el ruido. La hostilidad continuaba y un mal día apareció un decreto policial que prohibía la continuación en aquel sitio, ordenan trasladarla para el patio de la Biblioteca Provincial “José Martí”; lugar que había sido rechazado por Silverio tiempo atrás, pero ante la disyuntiva de no tener espacio y no hacer El Mejunje, termina por aceptar, donde el proyecto comenzaría una nueva etapa. No logran matarlo pero este pierde gran parte de su magia, cansado y hastiado un día en que lo dejan sin corriente eléctrica, Silverio decide irse y deja un cartel para sus amigos y asiduos, que reza: “Estoy en casa”, por el siguiente año y algo, continuara el promotor desde su casa, trata de renovarlo en otros espacios pero no funciona.


Con una fe muy grande en el hombre y en su mejoramiento lucha contra viento y marea, así pasa el tiempo hasta que las autoridades de la provincia, el Partido y el gobierno le ofrecen un sitio en ruinas, en el centro de la ciudad, ubicado en la calle Martha Abreu, muy cerca de la florería “Las Camelias” un edificio de dos pisos que había colapsado hacia unos años y que antiguamente fuera el “Hotel Oriental”, corre el año 1991, a Ramón Silverio le preguntan que si le dan las ruinas realiza “El Mejunje” allí, ni corto ni perezoso acepta el ofrecimiento, una mañana después Silverio se plantó frente al actual edificio de “El Mejunje”, un cartel colgaba en algún lugar de su derruida fachada escrito torpemente a mano sobre un trozo de cartón y que terminó por caerse, señalaba “peligro de derrumbe”, pero esto no era lo que más preocupaba al aguerrido Silverio en definitiva la ciudad estaba llenas de ruinas muy cerca en la propia calle Marta Abreu, bajando desde el parque en misma esquinita te encontrabas las ruinas de la antigua “Cámara de Comercio” y de lo que había sido “The Royal Bank of Canadá”, o en la propia esquina de Marta Abreu y Villuendas el edificio derruido "El Billarista", y que fuera el primero de su tipo construido fuera de la ciudad de La Habana, en los inicios del siglo XIX, amenazando con caer sobre los transeúntes junto con la "Casa Apolo", adyacente con este.


Al principio las intenciones fueron muy modestas. Pero tras años de bregar y la ayuda leal y dedicada de muchos artistas, instituciones y gente de pueblo, poco a poco fue transformándose y convirtieron al edificio en un espacio mágico, en sus inicios solo se organizaba una sola actividad sin nombre que los concurrentes comenzaron a llamar el “Café Cantante” ó “La Peña”, convirtiéndose en “EL Mejunje”, si buscamos en un diccionario semejante termino de seguro no encontraremos definición alguna, para este cubanismo, para los no coterráneos que lean este articulo les diré que para los cubanos un buen mejunje es algo así como una infusión de hiervas aromáticas mescladas, una extraña y popular bebida que disfrutamos en los momentos donde el aromático café ha desaparecido y que nos ha llevado a adoptarlo como algo muy autóctono o popular, aunque en otras regiones del mundo lo llamen Té, tizana, cocimiento, guarapita etc. Como llega a nombrarse así este espacio, pues resulta que en sus inicios a la peña asistía asiduamente el humorista santaclareño Pablo Rafael Gari Mirabal, dicho así casi nadie sabrá a quien me refiero, pero si les digo “El Pible” todos lo recordaran como uno de los integrantes del grupo humorístico “La Leña del Humor de Santa Clara” o más recientemente tras arribar a la ciudad Miami, por su participación en programas humorísticos en el Canal Mega TV, y su participación casi a diario en el desaparecido programa humorístico “Esta noche tu night”, Silverio siempre repartía a la medianoche unas infusiones de hierbas medicinales y aromáticas entre los invitados, y el humorista en una de las vigilias se apareció en el lugar con un cartel que decía “El Mejunje de Silverio”, en alusión franca a la espirituosa bebida, Nada lo ha definido mejor, pues este constituye una mezcla de muchas cosas y de muchas personas. Este es un mejunje en todos los sentidos: culturalmente, en edades, en gustos y preferencias y así ha sido desde sus inicios, su fundador expresa, “sin esa ocurrencia todavía estuviera buscando un nombre para este espacio; Pablo Garí “El Pible" también le aportó mucho al lugar desde el punto de vista gráfico y visual, a él le debemos los grafitis que aparecen en sus paredes.


Aquella distante noche al llegar al lugar, nos tropezamos con el primer escollo en la puerta misma, allí como un cancerbero cuidando la portería tropezamos con “María Jorge”, al Mejunje se accede primero por ella que por cualquier otra parte, allí manda, dispone, es taquillera y constituye el personaje más singular del sitio. Quería ser empleada de una pizzería pero la condición de “lesbiana antisocial”, como dijera la presidenta de su CDR, terminó truncándole el sueño, pero tras años de arduo trabajo, los tres primeros de forma voluntaria sofocando trifulcas los sábados en la noche, se gano por derecho propio el respeto y la autoridad siendo la garantía de un disfrute tranquilo y placentero del sitio, tuvimos que hablarle claro de nuestras intenciones, después de un rato de dialogar, accedió a que uno de nosotros pasáramos al bar para adquirir la botella de ron, le toco el turno de entrar a Abel, afuera quedamos Oscar y el que rubrica esperando en la fría noche, pasa el rato, un rato mas y otro y nunca aparece nuestro amigo con la dichosa botella de marras, volvemos a asediar una vez más a María Jorge y en esta ocasión nos deja entrar a los dos, al penetrar por vez primera en esta edificación en ruinas, sin techo, con sus añejas y descorchadas paredes decoradas con grafitis cargados de humor e ideas atrevidas, te cuestionas porque rayos nunca antes se te había ocurrido traspasar el umbral de este sitio tan pintoresco, a pesar que sobre su puerta aparezca un cartel en el que se lee El Mejunje Entre no pase de largo, allí en el patio una vieja victrola emite armoniosos sonidos, nadie le presta atención, los asistentes jóvenes, personas adultas y de la tercera edad comparten una misma mesa, en otra mesa un grupo están jugando al dominó, en las gradas cerca del rollizo framboyán otro grupo comparte animadamente, o disfrutan de un cóctel, el ambiente es puro desenfadado, sientes la espiritualidad desprejuiciada, la atmósfera que respiras es natural sabrosa, con disímiles expresiones culturales flotando entre la gente, cada noche nunca es igual a otra, nos dirigimos lentamente a su antológico bar, “Tacones Lejanos”, allí por encima del mostrador Abel echa agua helada sobre la cabeza del cantinero, que un poco pasado de tragos parece recuperarse lentamente, desde su altar “San Mejuncio” observa la escena, si así mismo como lo leen, “San Mejuncio” de los desamparados” un santo apócrifo, borracho, gay, roquero, amante del teatro y cómplice de las tribus urbanas, su estatura es de unos cuarenta y dos centímetros de alto, en su mano diestra sostiene las mascaras de la comedia y la tragedia, en su antebrazo izquierdo luce sus tatuajes y una bandera pirata ajustada al mismo, posa con una postura deliberadamente femenina luciendo unas gafas oscuras y un pelado juvenil, los asistentes le piden favores, acompañados por el rezo litúrgico única oración escrita en decimas para una deidad, suplicamos al ídolo, para que el barman se recupere y nos pueda vender la etílica botella añorada y al unísono declamamos:


San Mejuncio, mi buen santo,

danos la oportunidad

de que aquí en la eternidad

la risa supere al llanto.

Que todos disfruten tanto

que hasta pierdan la memoria

y —cuando escribas la historia

del amor con tu palabra—

deja que Silverio abra

un Mejunje allá en la gloria.


Para beber la espiritualidad cubana más bohemia, hay que ir a El Mejunje, donde uno aprende a reconocer los puntos comunes con seres que, por su estética, su música, su sexualidad, sus atuendos, o credos nos pueden parecer en un inicio muy distantes, mucho ha llovido desde sus inicios hasta ahora, convirtiéndose gradualmente en un oasis cultural cubano, su cartelera habitual está diseñada con espacios culturales poco convencionales, se ofrece una cartelera variada todos los días de la semana, destinada a todo tipo de públicos y referentes culturales, los lunes se matizan con boleros y música de victrola con éxitos de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, el martes la Música tradicional cubana con aires modernos y la “Rockoteca” con música grabada y en vivo resuenan en el aire, los Miércoles se alterna entre música mexicana, house y temas de las décadas de 1970, 80 y principios de los 90, cada jueves se alterna con timba y salsa, y fusión-rock, y la popular “Trovuntivitis”, trova en vivo con los mejores jóvenes trovadores de Cuba auspiciados por un colectivo de trovadores locales que hicieron de este lugar su casa, el Viernes es Noche de rap dos veces al mes además de “La Noche de Buena Suerte” con música cubana tradicional para escuchar y bailar un buen son, al llegar el sábado las actividades comienzan a las 10 Am hay música y baile afrocubanos “Toque de Tambor”, seguido a las 6 PM con la peña “Tarde de los Filimbusteros” con filin, bolero y jazz, a las 10 PM es el show de las “Divas Cubanas” show travesti o la disco gay, el espectáculo más emblemático del Mejunje, el primero que se hizo en Cuba, en una época en la que nadie quería hablar de diferencias sexuales y de aceptación. Fue durante mucho tiempo el único sitio en toda la isla que tenía espectáculos de transformistas. Todo comenzó con una simple fiesta de disfraces en honor al fallecido Freddy Mercury líder de la banda de rock “Queen” y de ahí arrancó "el fenómeno" artístico (que llegó a tener hasta un concurso "Miss Travesti Santa Clara") y su silenciosa revolución social contra los prejuicios de la ciudad y de la isla, el Domingo es el día de los niños, payasos, narradores juegos y bailes infantiles atronan las mañanas, a las 5 PM hay son, danzón o música campesina, llegada las 10PM se da paso al “Friky Cabaret” con raperos, trovadores, boleristas y otros. Esto alterna con la “Noche con María”, espectáculo organizado y conducido por María, trabajadora de El Mejunje.


Por su parte, Silverio no sólo se ha dedicado a dirigir “EL Mejunje” de Santa Clara, allí es conocido por encarnar el personaje de Carmita, una vieja apreciada por todos en la ciudad, de su personaje el propio fundador cuenta; “Tengo un espectáculo todos los domingos con Carmita, porque un día me di cuenta que a través de ese personaje me comunicaba mejor con el público que si lo hago como Silverio”, hace un par de años se agregaron la galería de arte y la sala de teatro, un espacio que comienza sus actividades a las 9.00 PM. Luego de una hora aproximadamente, termina la obra de teatro y entonces comienzan las actividades en el patio más grande con música y otros invitados. Con la galería de arte ocurre algo parecido; se muestran obras de autores nacionales en horarios en que no interfieren con otros espacios. Así se puede tener públicos diferentes en espacios diversos y mostrar casi todas las manifestaciones culturales. Ramón Silverio y su Mejunje parecen hechos el uno para el otro, cuando el local abre sus puertas, allí está Silverio, con su sonrisa franca y afable, su arma más poderosa contra la intolerancia, los prejuicios y las convenciones, siempre osado y fiel a su principio de no pedir permiso para hacer lo que considera un bien, nunca deja de sorprendernos, el 2 noviembre 2015 ocurrió aquí un hecho tal vez único en Cuba: el enterramiento de una persona dentro de una institución cultural, la activista del deporte y promotora cultural Ángela de Armas (popularmente conocida como “Moña”) había expresado como última voluntad, que sus cenizas fueran enterradas bajo las raíces de un frondoso framboyán en el patio del célebre Centro Cultural, lugar donde ayudó a promover espacios para la cultura, esa noche, los habituales de la peña del filin, conocida como tarde de los filimbusteros, se dieron cita junto a la anfitriona del espacio, la legendaria cantante Zaidita Castiñeyras, y mientras se depositaban las cenizas en las raíces del árbol entonaron la conocida canción de Meme Solís “Sin un reproche”, la preferida de “Moña”, y se roció ron en el lugar como hubiera querido la difunta, el hecho generó que ya varias personas declarasen que cuando murieran querían ser enterrados allí, y pidieron a Silverio un pedacito de tierra. Queda demostrado que Ramón Silverio con sus atrevimientos irreverentes, echa a un lado las burlas, edictos, disposiciones y leyes que hacen de este un lugar único en el mundo.


Los objetivos del Mejunje se han ido diversificando pero se mantiene como meta principal promover el arte joven, allí siempre habrá espacio para jóvenes artistas, escritores, músicos, donde mostrar y compartir sus obras, y ha constituido un espacio libre de discriminación, democrático donde cualquier expresión cultural es bien recibida, todas las identidades del hombre y del artista. El lugar donde puedes ser quien se te antoje. Cada día cientos de visitantes llegan de todas partes del mundo, atraídos por la magia del lugar, “El Mejunje” superó los malentendidos y la desconfianza al convertirse en un proyecto cultural y humano sin precedentes en el país, sin lugar a dudas “El Mejunje” es una de nuestras principales atracciones turísticas autóctonas pilongas, y podemos decir a vos en cuello, que el que venga a Santa Clara y no lo visite nunca estuvo en esta ciudad.


GALERIA FOTOGRAFICA.
















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