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“Calles adoquinadas”, un gran paso en el progreso de la villa.



El adoquín es una piedra cuadrada que se usa para construir pavimentos con diferentes materiales (granito, basalto o hasta hormigón), ​ la palabra adoquín procede del árabe y significa “piedra escuadrada”, sus dimensiones suelen ser de 20 cm de largo por 15 cm de ancho, lo cual facilita la manipulación con una sola mano, el origen del adoquinado de calles se remonta a hace 25 siglos, los cartagineses y romanos los utilizaban en sus grandes vías para dotarlas de rapidez y duración, en nuestro país los primeros adoquines se colocaron en La Habana en el 1900, extendiéndose durante la primera mitad del siglo XX por otras poblaciones del interior, Camagüey fue la primera ciudad del país, luego de La Habana, en adoquinar sus polvorientas calles y plazas de las zonas céntricas.


Nuestra ciudad se lanzo al saneado de sus calles en 1927, dos años después de dar los últimos toques al reordenamiento de su parque, denominado “Parque Republicano”, como parte del programa electoral con el cual Machado había ganado la silla presidencial, cuyo slogan era “agua, caminos y escuelas”, y aunque la historia recoge la triste actuación de este como presidente de la nación, no podemos obviar que siendo villaclareño, bajo su gobierno Santa Clara cambiara su aspecto urbano cualitativa y cuantitativamente, algunos detractores de Geraldo Machado, alegan en su contra que no adoquinó todas las calles de Santa Clara, lógicamente no las pavimentó todas, no era posible pavimentarla, por chica que fuera una ciudad entera, tampoco era la única a pavimentar en la isla, pero gracias a este empeño las calles principales quedaron pavimentadas, y eso era un gran paso en el progreso de la villa.


El adoquín que se empleó en nuestras principales calles durante su pavimentación en 1927 tiene una dureza y calidad análogas al que se obtiene en las canteras de Noruega y Suecia, y sus dimensiones son iguales al que usó el Departamento de Obras Públicas en las calles de La Habana, unido a esto se exigió a los contratistas emplear personal experto en su colocación, de modo que después de cilindrado y echado el derretido, no se notarán depresiones ni irregularidades en el pavimento, para ello fueron colocados sobre una base de hormigón en aquellas calles propensas a una mayor circulación y en el resto de las calles pavimentadas, primero se rellenaron de piedra picada para atenuar las imperfecciones y evitar futuras depresiones, y luego fueron cubiertas de macadam. Las primeras calles favorecidas en un inicio por el adoquinado fueron la Calle Cuba, la calle Maceo, así como los alrededores del recién reconstruido “Parque Vidal” y fueron importados desde países europeos, lo que hace una distinción no muy común sobre otras localidades cubanas, sabemos que los adoquines importados de Noruega, costaron dieciocho centavos de dólar por pieza.


Estas obras viales en la ciudad, ayudaron a mejorar no solo el aspecto urbano sino también la calidad de vida de sus pobladores, pues conjuntamente con la pavimentación, se incorporó la red de alcantarillado y acueducto, los adoquines que pavimentan las principales calles de nuestro terruño, constituyen otro toque distintivo de la ciudad, desgraciadamente están al borde de un colapso irreparable los adoquines de calles con valor patrimonial desaparecen, capas asfálticas cubren años de historia local, otras calles han sido agredidas al ser removidos sus adoquines, la calle Lorda es un ejemplo de ello, ¿Dónde están los adoquines eliminados en este tramo, luego sustituidos por un rústico trazado de hormigón?, duele ver los alrededores del parque del ferrocarril, donde cada día se pierden sus adoquines, destruidos por el trafico incesante, y la churre que los cubre por la praxis de la utilización del área como piquera de carretones de caballos, evidentemente no existe atención permanente ni políticas de conservación consiente y diferenciada, sobre muchas construcciones de alto baluarte patrimonial en nuestro territorio, de las cuales nuestras añejas calles adoquinadas forman parte. ¿Será que no le importa a nadie, solo a las personas que queremos ver nuestra ciudad un poquito mejor?


Hagamos una oración por el futuro de nuestra localidad, por los que hoy la habitamos, para que aprendamos a perpetuar su historia, a cuidar y respetar cada adoquín, cada muro, edificio o monumento, oremos por Santa Clara, con su faz ecléctica, de calles estrechas y adoquinadas, que aun guardan, historias y leyendas que el paso del tiempo no ha podido borrar.







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