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MI GRAN EQUIPO PILONGO, “LEOPARDOS DE SANTA CLARA”.



Hoy día hay un sinnúmero de hechos gloriosos, personajes, equipos, marcas establecidas etc. de la legendaria Liga Profesional de Béisbol Cubana que los aficionados al deporte nacional desconocen, provocado por la omisión sobre los mismos por parte del dogma castrista, que escondió, vilipendio y no mantuvo vivas dichas hazañas y a sus protagonistas por el solo hecho de decretarlo el líder absoluto y único ser pensante de esta anacrónica revolución, Fidel Castro, tratando de vender el mito de la superioridad del beisbol amateur y revolucionario pos 1959, no digo que no haya sido bueno, en el se han destacado una inmensa lista de luminarias locales del beisbol de todos los tiempos, pero no se puede borrar de un plumazo a capricho y antojo y mucho menos lanzar al desván del olvido que en la Cuba de los años 30, 40 y 50, se jugaba el mejor béisbol profesional del mundo, después de los Estados Unidos. Esa pelota cubana era de muy alta calidad, por los jugadores que actuaban en los torneos rentados.


Es por ello que muchos santaclareños ignoran que el equipo Santa Clara de la temporada 1923-24 clasifica como entre los mejores conjuntos beisboleros del siglo XX , solo superados por aquel "Escuadrón de la muerte" representado por los Yanquis del torneo de 1927 que estableció el récord en la Liga Americana de solo perder 44 partidos en 110 encuentros en la temporada regular de ese año, este equipo había nacido un año antes en 1922, don Abel Linares, considerado el dueño absoluto del beisbol profesional cubano, propietario de los reconocidos equipos "Habana" y "Almendares", este hombre de negocios estaba muy interesado en extender la Liga profesional hasta el centro del país en los primeros años de la década del veinte del siglo pasado, para ello pensó crear un trabuco beisbolero en el centro del país que ofreciera resistencia y diera vistosidad a la temporada al enfrentarlo con los entonces "Leones" y "Alacranes", mascotas que identificaban a estos dos equipos y donde se volcaban todas las pasiones de los aficionados, añadiéndole un poco más de emoción a la ya tradicional lucha entre Almendares y Habana.


La antigua provincia de Las Villas constaba con fuertes seguidores del béisbol, quienes admiraban a sus principales ídolos locales de un excelente nivel profesional, como los hermanos Oms - Tito, Eleuterio y Alejandro- Julio Rojo y Pablo "Champion" Mesa, entre los más populares. Linares entró en conversaciones con el ex-jugador Agustín “Tinti” Molina (del cual cuentan que, cuando era un niño, le dio la mano a José Martí después de conectar un jonrón inmenso en el Cayo) depositando sobre los hombros del ex–jugador la tarea de formar el club, y a quien había colocado en 1922 al mando del equipo "Cubans Stars" para que jugará en los circuitos del Oeste de las Ligas Negras, ya que los otros "Cubans Stars", piloteados por Pelayo Chacón, se desempeñaban en la del Este, de aquí, “Tinti” Molina reclutó a jugadores de las Ligas Negras de Estados Unidos utilizando sus contactos con las Ligas Independientes de Color y así logra traer a varias de las estrellas de esa fuerte liga, entre ellas Oscar Charleston para conformar la nomina del conjunto, santaclareño, siguiendo la tradición para no quedarse detrás en la ferocidad de los animales mascotas de los equipos rivales, eligieron a los “Los Leopardos” con que identificaron al conjunto aunque muchos también los llamaban como “Los Pilongos” nombre con que se identifican los nacidos aquí en estas tierras y bautizados en la pila de la iglesia mayor lo que pudiera interpretarse como “los de casa”; pero el historiador Roberto González, en su libro “La Gloria de Cuba”, discrepa con este nombre ya que, según explica, la mayor cantidad de peloteros provenían de Estados Unidos, por lo que era difícil llamar como “el nuestro” a una selección conformada de tal manera.


Los leopardos tenían como cuartel general el estadio “La Boulanger Park” (denominado así por el nombre del propietario del terreno), de pequeñas dimensiones en esta ciudad a la sazón cabecera provincial, esta instalación deportiva, desaparecida en 1950, ocupaba el área de la antigua Escuela de Comercio y su cerca del jardín izquierdo limitaba con la calle de San Cristóbal, mientras el derecho se extendía a la prolongación de la calle San Miguel, en lo que hoy constituye un terreno donde se practica fútbol frente al monumento al “Burro Perico”. La entrada era un portón grande con pinos sembrados a los lados, por la calle Candelaria, según crónicas de la época, el "Boulanger" estaba constituido por unas gradas techadas que en forma de semicírculo se desplegaba detrás del plato. Con capacidad para alrededor de 3 mil personas sentadas.


El equipo de los "Leopardos", debutaron en la temporada de 1922, los equipos participantes de esa versión además de los centrales fueron los tradicionales Habana (Leones), Almendares (Alacranes), y un nuevo equipo capitalino que debuto también en 1922, los Tigres del Marianao, una selección que años después también alcanzaría la condición de “clásico”: Así, con el formato de cuatro equipos, se inició la temporada. A los organizadores se les presentó un problema: tenían tres equipos en la capital y uno en el centro del país, por lo que los partidos en Santa Clara se programaron, únicamente, para los fines de semana, quizás por dos motivos económicos fundamentales: atraer una mayor cantidad de público y disminuir los costos de la transportación de los clubes habaneros, los Leopardos de Santa Clara comenzaron impetuosos y después de un mes y medio de juego estaban en el primer lugar, aunque con escasa diferencia sobre el último equipo, en estos momentos presumiblemente por los problemas económicos que acarreo este sistema, pues los juegos en Santa Clara estaban reportando pérdidas para los organizadores, por el escaso público que asistía a los encuentros, el club fue declarado perdedor de un partido por decisión de la Liga y este extraño fallo condujo a la separación de Santa Clara del torneo, por ello en la temporada de su debut, el club de Santa Clara perdió 27 encuentros por “forfeit” que como todos sabemos en el argot beisbolero significa perder como castigo, nunca fueron aclaradas las causas reales por tan injusta decisión, lo realmente cierto fue que la Liga continuó con solo las tres selecciones habaneras, siendo en esta temporada finalmente campeón el club Marianao en su primera temporada.


Vuelven otra vez a la carga en la temporada del 23-24 con prácticamente una selección todos estrellas del béisbol negro estadounidense y excelentes jugadores del patio, nombres como José de la Caridad Méndez (el Diamante Negro), Eustaquio Bombín Pedroso y el extraordinario trío de jardineros: Oscar Charleston, miembro del salón de la fama de Cooperstown, Alejandro Oms, salón de la fama del béisbol cubano y el caibarenience Pablo "Champion" Mesa, salón de la fama del béisbol cubano, conformaron la nomina, considerados estos tres últimos como entre los mejores de la posición de todos los tiempos, sobre ellos el manager de los "Gigantes" de Nueva York, John Mc Graw dijo: "El caballero Oms, Oscar Charleston y Pablo Mesa son los mejores jardineros que he visto en mi vida". Para atraer más al público villaclareño los organizadores programaron que el equipo local jugara los fines de semana en su estadio. Desde que arrancaron las hostilidades los "santaclareños" salieron combativos y ganaron en 11 de los primeros 13 desafíos, ningún rival podía detener la avasalladora ofensiva de los Leopardos tejiendo otras dos cadenas de rachas ganadoras una de 15 juegos seguidos y otra de 6. Los marcadores desproporcionados que infligen los "Leopardos" a sus rivales comenzaron a preocupar a la Liga que decidió terminar la masacre. Según las estadísticas, aplicando algo así como el nocaut beisbolero, los juegos terminaban cuando marcaban 10 o más carreras en diez desafíos y 15 o más en tres ocasiones.


Los pupilos de "Tinti" Molina fueron indetenibles en esta campaña, terminando como dueños de casi todas las clasificaciones y le sacaron a su más cercano rival, el "Habana", 11,5 juegos de ventaja, terminando con un balance impresionante de 29 triunfos y solo 10 derrotas. Su marca final fue de 36-11, todos los jugadores del "Santa Clara", excepto Frank Warfiel con 296, terminaron por encima de los 300 en sus promedios ofensivos. Sus jugadores regulares batearon de manera colectiva para un 343. El ya fallecido historiador y periodista Ángel Torres, conocido como “La biblia del beisbol” por sus amplios conocimientos de este deporte, expresa en su libro “La leyenda del béisbol cubano 1878-1997”: El average colectivo del "Santa Clara iguala los 343 que los "Filis" de Filadelfia de la Liga Nacional acumularon en 1894. El record modernos en las Grandes Ligas es de 319 alcanzado por los "Gigantes" de Nueva York en 1930", afirma Torres en su obra, háganse así la idea de tan poderosa toletería. Las gradas del estadio La Boulanger Park se repletaron en varias ocasiones para presenciar las demostraciones de pitcheo de Adolfo Luque contra el Santa Clara; pero la enorme diferencia de los marcadores alejó al público y los organizadores considerando que estaban perdiendo dinero, para reducir las pérdidas decidieron en primera instancia a mediados de la campaña trasladar las acciones desde La Boulanger Park hasta el Palmar de Junco, en Matanzas, lo que provoco la disminución de la confianza de los fanáticos villareños en la estabilidad de la Liga, y posteriormente cortaron el torneo una vez más, a mediados de enero de 1924 dando al Santa Clara como campeón, gracias a sus 36 victorias, Oliver Marcell, jugador de cuadro de los Leopardos, terminó como el líder de los bateadores y Luque comandó a los lanzadores, pero Abel Linares decidió organizar un campeonato especial en la capital llamado “Gran Premio” en los terrenos del "Almendares Park" para mantener viva la pasión de los fanáticos, con los mismos cuatro equipos, aunque reforzado al "Habana" y al "Almendares" para tratar de frenar a la maquinaria del Santa Clara, otra vez los Leopardos salieron por la puerta grande, ganando el Gran Premio, definitivamente los locales no tenían rivales.


En las siguientes cinco campañas, “Los Leopardos de Santa Clara” no rezaron en las lista de los equipos contendientes, no fue hasta que en la temporada de 1929-1930 regresaron tras el rastro de la gloria, en esta ocasión junto a una nueva selección, “Elefantes de Cienfuegos”, quienes ya habían participado en la temporada 1926-1927 bajo el nombre de “Petroleros de Cienfuegos”, los organizadores traían ahora dos equipos en el centro del país, persiguiendo ahorrar dinero en transporte, mientras los “Leones del Habana” se trasladaban hasta Santa Clara, los “Alacranes de Almendares lo hacían hasta Cienfuegos” y luego intercambiaban rivales. Al mismo tiempo se buscaba aumentar la rivalidad deportiva en la antigua provincia de Las Villas, recuerden que en estos años no existía una provincia en Cuba con ese nombre, aunque hoy se tiende a confundir y se les cataloga como representantes de la provincia de Cienfuegos, lo que era municipio de Cienfuegos, y para nadie era un secreto que se disputaba con Santa Clara la condición de ciudad más importante en la región, en esta ocasión los Leopardos, lograron alzarse con el trofeo del segundo lugar, pero la situación económica imperante por aquellos años los devolvió al anonimato nuevamente, silenciados durante otras cuatro temporadas resurgen como “el ave fénix” de sus propias cenizas, en el torneo de 1935-1936 con la pujanza de los titanes en pos de agenciarse otra vez la corona alcanzada de modo indiscutible, hacía una década atrás, Dirigidos por Martín Dihígo, ganaron el título, con 6 juegos de ventaja sobre su rival más cercano el Almendares.


Posteriormente, en 1937, bajo el mando de Julio Rojas lograron el subcampeonato. Dos títulos consecutivos llegaron luego de la mano del jugador y manager Lorenzo Salazar, el Príncipe de Belén. En 1938 ganaron 44 partidos con un súper average de 710 donde el inagotable Oms bateó 315 con 16 remolques y 2 vuelacercas. Al año siguiente repitieron la victoria con 34 ganados y 20 perdidos. Las dos últimas temporadas en que los Leopardos de Santa Clara salieron al terreno fueron las de 1939 a 1940 y 1940 a 1941 y quedaron terceros y segundos, respectivamente.


La historia de los Leopardos de Santa Clara se extendió por 11 temporadas, fue un equipo que le ofreció calidad deportiva a la época dorada de la liga profesional cubana, los resultados obtenidos en ese período pueden considerarse muy buenos, ya que ganaron el título en cuatro oportunidades, (1923-1924,1935-1936, 1937-1938 y 1938-1939) uno menos que el actual equipo Villa Clara en las series nacionales, hoy muchos historiadores, personalidades, comentaristas, y directivos del INDER locales dicen que este equipo del “Villaclara” actual es el continuador del equipo de los celebres “Azucareros” de las décadas 60 y 70 del pasado siglo, que surgiera en el año 1962 cuando la llamada revolución cubana, elimino el deporte rentado, una campaña al parecer de muchos, liderada por el Partido Comunista local, muy buen equipo por cierto, pero que nada tiene que ver hoy con la realidad de la provincia donde quedan escasos ingenios, bien pudieran ser los “Elefantes cienfuegueros” y “Gallos espirituanos” continuadores del azucarado conjunto pues en su momento fueron los únicos y absolutos representantes de las tres actuales provincias, ¿o no?..., otras personalidades gritan por los anaranjados por el color del uniforme local al amparo de la mascota “Yuri” (valla nombrecito tan poco combativo) el de la misma… una triste naranja inexplicable y multioficio y otro grupo que defendemos el ser los herederos de aquellos felinos cuyo pelaje ocre o pardo amarillento bien está representado en el batallador color naranja del uniforme local, por suerte para la afición Villaclareña, desde hace unos breves años ya se oye hablar en nuestro beisbol de los leopardos de Villaclara, a pesar a ciertos cro­nistas y funcionarios no les gusta este apelativo o lo consideran algo vergonzoso, y de que el uniforme local aun lleve en la manga una pelota con una torrecita de central azucarero cuando otros equipos nacionales en las últimas temporadas beisboleras han hecho frecuente el uso de sus motes y mascotas mayoritariamente con nombre de animales: los cocodrilos de Matanzas, los alazanes de Granma, los perros de Holguín, los tigres de Ciego de Ávila, los gallos de Sancti Spíritus, acudiendo algunos a los nombres de la pelota anterior a 1959 como es el caso los leones de Industriales, que recuerda el calificativo del club Habana, o los elefantes término acuñado por el club de Cienfuegos el que además cambio la langosta de su manga por la cabeza del elefante, solo por citar algunos.


Nuestro aguerrido equipo naranja de Villaclara, tiene razones y motivos de sobra para llevar hoy orgullosamente el sobrenombre de Leopardos, y sentirse dignos continuadores del team Santa Clara, que en la historia de las Grandes Ligas iguala en peloteros (10) en el Salón de la Fama a los Rojos de Cincinnati, Tigres de Detroit y Medias Rojas de Boston, ó el haber tenido la mejor trilogía de jardineros que ha pasado por Cuba en todas las temporadas, trilogia formada por Alejandro Oms en el jardín central, Pablo “Champion” Mesa en el izquierdo y Oscar Charleston en el derecho, conservando a través de los tiempos el reconocimiento de ser el trío de jardineros con mayor realce en nuestro béisbol, ó sus impresionantes récords de 21 éxitos en una temporada, ó el cero hit, cero carrera de Raymond Brown en 1936-1937, los 11 jonrones de Joshua Gibson en 1938-1939 (una cifra que duró una década completa hasta que Roberto Ortiz la engordó en 1950) y el par de coronas de bateo obtenidas por Antonio “Tony” Castaño en los certámenes de 1938-39 y 1939-1940 (las dos últimas que, de modo consecutivo, ganó un toletero en la Liga antes de 1962). Así de grande fue este equipo que no merece permanecer en el polvo del olvido.


Decía un aficionado del centro en un artículo que leí hace un tiempo; "Siempre hemos permitido que los políticos decidan por nosotros. Nadie “de arriba” tiene que decidir el nombre de nuestro equipo de pelota. El beisbol es del pueblo, es parte de nuestra idiosincrasia, por lo tanto, somos nosotros quienes debemos ponerle el nombre", lo apoyo incondicionalmente, así es…


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