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Puente de la Cruz el más emblemático de los puentes de Santa Clara.

En sus orígenes Llamóse puente del Minero el que daba paso al camino de la Villa al Cayo, se cuenta que por aquí entraron las familias fundadoras, en su peregrinar, hacia el sur, desde la Villa de San Juan de los Remedios del Cayo, hasta el hato Antonio Díaz, para fundar nuestra “Gloriosa Santa Clara”. El paso sobre el rio del Monte (hoy Cubanicay) fue evolucionando con el tiempo, sin llegar a ser un verdadero puente, en sus inmediaciones dícese que los nuevos colonos descubrieron una rústica cruz de madera enterrada en la tierra, alrededor de la cual la imaginación popular tejió una leyenda matizada de amor, celos familiares y crimen pasional, tema del que hablaremos más adelante, el puente el minero siguió llamándose como tal, pero con el paso de los años, la religiosidad de la villa alimentaba la leyenda, y la cruz fue colocada a la izquierda del río en la dirección de su corriente.


Tan rustico peaje que daba acceso a la villa, y que era la salida para Remedios comenzó a necesitar trabajos y mejoras, fue entonces que en 1861 que se planteó la construcción de un puente mucho más sólido. Y también fue el momento para darle importancia a la cruz de madera, en ese entonces junto a la construcción del puente, fue autorizada la colocación de una cruz, un año más tarde el 2 de mayo de 1861, fue inaugurado el puente que las autoridades coloniales bautizaron como “Isabel II”.


La inauguración se llevó a efectos celebrándose el acontecimiento en un solemne acto. Las palabras iníciales fueron pronunciadas por el Teniente Gobernador; estas constituyeron un resumen sobre la historia e importancia del acto, como dijimos junto con la obra se coloco el monumento de la cruz la ejecución de la cual estuvo a cargo del comerciante de origen catalán, residenciado en la Villa desde temprana edad, Don Martín Camps y Oliver; quien ante la impotencia del Ayuntamiento para restablecer periódicamente la antigua cruz de madera existente en el lugar conocido como Paso de la cruz, decidió erigir una de mármol a expensas de su capital, encargándola a Barcelona. El conjunto, incluyendo además el pedestal y la verja de hierro que la rodeaba, costó alrededor de 21 onzas de oro.


El puente bautizado Isabel II (al que todos llamaban puente de la Cruz), que unía la calle Santa Elena con el camino de Remedios, durante un lapso de aproximadamente veinte años se mantuvo firme y erguido pero sus fundaciones se fueron socavando por los temporales y crecidas del rio del Monte, hasta que en la década de 1890, no soportó la crecida, colapsando ante el empuje de las fuerzas de las vaguadas, no así el monumento de la cruz, que fue más resistente a los desbordamientos.


El ayuntamiento de la ciudad acometió trabajos y planteó un presupuesto para la construcción de un nuevo puente sobre el rio del Monte, rebautizado Cubanicay; Para ese entonces se había fundado el pueblo de Camajuaní en 1894, a una distancia proporcional entre Santa Clara y la Villa de Remedios, el camino del Cayo fue ganando en pavimento y pasó a convertirse en una vía mucho más segura, la que llamaron carretera de Camajuaní nombre con el que se le conoce actualmente. La mitad del costo del mismo fue donada por Marta Abreu. Un lustro después volvió a reconstruirse, adoptando como nombre "Puente de la Cruz" pues olvidada la reina Isabel II, la Cruz no cedió paso a otro nombre, imponiéndose el nombre popular, convirtiéndose desde su reinauguración en 1895, en el puente más emblemático de Santa Clara.


La sólida cruz de mármol, permaneció vertical sobre su pedestal hasta que fue dañada por algún indolente en 1921, un año más tarde fue repuesta. El doctor Pedro Camps y Camps, hijo de Martín Camps, que hubiera hecho traer de Barcelona la primera cruz instalada, costeó su reposición y la inauguración se realizó, el 12 de agosto de 1922, la solidez del nuevo puente ha visto pasar no pocas crecidas siendo un puente común, con balaustres de concreto, ahogado por el ruido de los carros que circulan constantemente por la carretera, a pesar de que hoy en día por debajo le corre un río con aguas putrefactas, como casi todos los ríos de ciudad, ha resistido hasta el día de hoy el empuje de las crecidas, vaguadas y el tiempo; Durante setenta y cuatro años, la cruz no tembló en su pedestal, hasta que en 1996, la cólera y los vientos que provocó “El ciclón Lily”, a su paso por la ciudad derribó la Cruz del Puente, al año siguiente en diciembre de 1997, la cruz fue reinstalada por una réplica de granito.


El imaginario popular atribuye diversas explicaciones, a la cruz que da nombre a nuestro insigne puente, esas leyendas, difieren, incluso entran en contradicciones documentales, en La Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción (1858), escrita por Manuel Dionisio González, no se menciona la existencia de una «cruz de madera» en las márgenes del río El Monte (Cubanicay), aunque la tradición cuenta que la misma ya se encontraba al llegar los fundadores desde Remedios, cosa estimada como un hecho providencial en un paraje tan apartado y solitario, hay una explicación más aceptada, donde se afirma que la cruz fue situada por los remedianos en el nuevo asentamiento para señalar el punto del arribo, costumbre está arraigada en España, donde cada ciudad, pueblo o aldea, la exhibía a su entrada.


En Leyendas y Tradiciones Villaclareñas (1925), Manuel García-Garófalo Mesa informa que la Cruz del Puente surge a partir del asesinato del capitán Luis Pérez y su ayudante. Describe que el primero, según el decir de la gente, (era un) hombre de pelo en pecho, al parecer se refiere al capitán Luis Pérez de Morales, propietario de los sitios La Magdalena y Mata, casado con María Leal, quien tuvo una actuación desacertada y funesta por masacrar y obligar a las familias remedianas a su radicación en el Pueblo Nuevo de Antonio Díaz, lo que no es de dudar pues según el propio Dionisio González, murió en Santa Clara el 18 de enero de 1702


Por su parte Florentino Martínez, en Ayer de Santa Clara (1959), plantea la existencia de “La Cruz del Puente” con el lance amoroso y las muertes de María de la Cruz y el montero Jacinto, una trágica historia de amor ocurrida a mediados del siglo XVII (antes de la fundación), donde un joven llamado Ramón sorprende a su hermana María en brazos de Jacinto, su amante y por el que sentía Ramón un profundo rencor, dada la superioridad del mismo en las monterías y con el lazo. Surge un altercado entre los dos, María se interpone recibiendo el machetazo dirigido por su hermano al novio, falleciendo en el acto. Jacinto toma desquite, ultimando al desconcertado agresor, después entierra el cadáver de la joven, clavando sobre su tumba una rústica cruz de madera, pero el propio folklorista se debate entre dos preguntas y varias especulaciones: ¿Quién situó allí la primitiva cruz? ¿Qué causas determinaron su colocación?, Dionisio González insiste en que antes de 1689 “vivían en la hacienda de Antonio Díaz”, como dueños casi únicos de ella, Luis de León y Georgina Pérez, su esposa, los cuales tenían sus casas en el punto céntrico del hato. Por tanto, ¿Existía población en Santa Clara antes de arribar los remedianos? La historia, al parecer, no sustenta esta leyenda.


Indagando en la historia de la localidad surge otras posibles explicaciones del hecho, debida a la práctica común y corriente de los primeros santaclareños de colocar al frente de sus casas en las posesiones rústicas una cruz alta de madera, como distintivo de las creencias religiosas de sus dueños, los pobladores originales de la Villa conocían y ramificaban la devoción de la Santa Cruz, Francisco Antonio Ramos García y Ángel Gabriel Carrazana Duardo, promueven esta tesis, llama la atención que el historiador Manuel Dionisio González en su Memoria, editada tres años antes de la inauguración del monumento, al comentar sobre el origen y el nombre de la calle de La Cruz, pase por alto la existencia de una en las inmediaciones y no haga tampoco referencia al paso de igual denominación, consignando solamente la existencia de la calle desde principios del siglo XVIII y llamada así, supuestamente, en honor a uno de los fundadores: el cura José González de la Cruz, otra explicación acorde a la tradición cristiana, cuenta que el sitio en los inicios de la tradición se utilizaba para ajusticiar criminales mediante la horca en un poste colocado al efecto, sustituido después por una cruz como símbolo de amor y perdón.


Lo cierto es que el espacio dejado por la tradición y la falta de datos confiables dio vuelo a la imaginación popular para crear diferentes leyendas, que se esfumaban en la niebla del siglo dieciocho, la religiosidad de la villa alimentada por las leyendas coloco la cruz a la vera del río, y allí sobre su pedestal vemos aquel viejo símbolo de Santa Clara, “La Cruz del Puente”, hermanada al puente donde se funden valores del patrimonio cultural de la localidad, que a pesar de inescrupulosos que la han tratado de destruir, o del ensañamiento de los elementos y del intemperismo, ha devenido un unos de los símbolos icónicos más prominentes de la ciudad de Santa Clara. En tanto, la historia aguarda por mayores y exactas investigaciones en torno a una realidad que rebasa el imaginario popular y se afirma en la verdad de los siglos.


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