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Padre Juan Martín de Conyedo y Rodríguez benefactor insigne de Santa Clara.



Juan Martín de Conyedo, es considerado uno de los benefactores más insignes de Villa Clara, nació en San Juan de los Remedios el 27 de octubre de 1687, Su familia estuvo entre las fundadoras de la villa de “La Gloriosa Santa Clara”, e hizo de la nueva ciudad, su pequeña patria, no fue un hombre común y bien merece que sea reseñado como un tesoro inestimable, y ocupe un lugar entre los hombres y mujeres célebres de la villa. No existe ninguna foto de este valeroso hombre, por ello en su lugar para representarlo hemos puesto una foto del obelisco que perpetua su memoria en nuestro Parque Vidal y al pie un facsímil con su firma, tuvo una ardua carrera eclesiástica. De adolescente fue a estudiar la carrera eclesiástica en La Habana, siendo ordenado sacerdote a principios del 1712, regresando a su villa adoptiva con grado de licenciado en estudios canónicos


Fue quien inauguró la época de adelanto del nuevo pueblo en 1689. Realizó numerosas obras por el bien de su ciudad, al regresar a Santa Clara su obra primicia fue la de ocuparse personalmente de la educación de los niños y niñas de la villa y sin estipendio alguno, y con una decisión que honra su memoria, consagro las horas libres que le dejara su ministerio, para darles la conveniente instrucción en todos los ramos que constituyen la educación primaria, ese mismo año, en mayo, fue nombrado sacristán mayor interino de la Iglesia Mayor y a partir de 1717 Teniente Cura de la misma. En esta ocasión, dadas las exigencias que reclamaba su ministerio sacerdotal, confió la educación de los niños al notario público del juzgado eclesiástico.


En 1717, con su fortuna fabricó, la Ermita de “Nuestra Señora de la Candelaria” de mampostería y teja que ya existía desde 1689 de paja y madera. Compró una casa y solar que donó a la ermita para que tuviese más capacidad. Estableció en ella el hospital de “Nuestra Señora de las Angustias”. En el asistía y cuidaba los enfermos que acudían en busca de alivio y socorro. Construyó a su costo una casa de mampostería y teja al costado de la iglesia mayor y se traslado a ella en 1730, ocupando entonces la ermita unos religiosos que llamó Conyedo para que lo auxiliaran en su doble misión. Destinó una parte de la casa a escuela, para que pudieran recibir la enseñanza todos los niños de ambos sexos.


La primera iglesia de la villa, que era la Iglesia Mayor o Parroquial, levantada de madera y guano en 1692, fue después de la ermita, la obra que el Padre Conyedo decidió comenzar, acometió la magna obra vendiendo en 1724, un pequeño potrero y tejar que poseía, dedicando esos recursos para la obra emprendida, que conto con el apoyo de los sentimientos religiosos de los lugareños, loscuales aportaron ofrendas para el auxilio de tamaña empresa, dio la libertad a los esclavos que trabajaban en sus obras, pero éstos, no queriendo apartarse de su lado, permanecieron trabajando para él.


En el año 1739, fue nombrado, por el Rey de España, Canónigo de la Catedral de Santiago de Cuba. Al gozo por la atención que le había dispensado el Rey, se le unía el de la tristeza que le provocaba alejarse de su querida tierra; Después de diez meses en este ministerio y movido por sus padecimientos físicos y sobre todo por su deseo de regresar a Santa Clara, presentó a finales del propio año 1742 su renuncia, al Obispo y al Cabildo, regresando a su terruño querido antes de terminarse el año, lo que causo gran regocijo en sus conciudadanos que veían en él, un nuevo renacer de la villa, al continuar personalmente las tareas a las que antes se consagraba.


Llegado a Santa Clara emprendió la obra de la edificación de la Ermita del Buenviaje para reconstruirla de mampostería y tejas, se le confió la dirección junto a la administración de ella y merced a su influencia celo y constancia recibió la fabricación un notorio impulso. A continuación emprendió la edificación de lo que sería su obra cumbre y de predilección la ermita de Nuestra Señora Del Carmen, edificada sobre una pequeña altura al norte de la urbe, lugar cercano a donde otrora se había realizado la misa fundacional de la villa, próximo al Arroyo de la Sabana, hoy llamado río Bélico, fue este un pequeño templo, de madera y guano, construcción característica de la época, costeado a sus expensas y con la ayuda de las limosnas y colectas entre los vecinos para mejorar la edificación. La que se bendijo con misa solemne el 29 de julio de 1745, siendo nombrado como su primer Capellán. En la misma iglesia estableció nuevamente la escuela y a pesar de su edad avanzada se encargó del magisterio y admitió en ella a todos los niños de ambos sexos de la villa. A quienes educó gratuitamente y dispuso a las niñas en piezas distintas, bajo el celo de una señora anciana, esta escuela se mantuvo varios años después de su muerte.


Ni los años, ni sus achaques sofocaron jamás aquel fervor, con que se dedicaba al bien del pueblo, debido a la edad y el cansancio fundamentalmente a principios de enero de 1761 tuvo una recaída que lo llevaría a la muerte, en vano se agotaron los recursos de la medicina, el 20 de enero fallecía a los 73 años en su querida Ermita del Carmen, en medio del aflicción profunda de todos los habitantes de la villa, solo la muerte pudo privarle de la continuación de los beneficios que le daba a los pobres y menos favorecidos de su villa.


Fue su voluntad expresa en su testamento, un borrador preparado a priori, y en su lecho mortuorio, que su cuerpo fuera sepultado en la Ermita del Carmen, debajo de las gradas del altar en ataúd forrado de ballena negra, con cinta blanca sin otro adorno, como dada la gravedad de la situación y clara intuición previendo que no tendría tiempo para arreglar el documento de su última voluntad, dio poder al presbítero Manso de Contreras para arreglar lo pertinente. Sus discípulos y albaceas, los presbíteros Francisco Antonio Hurtado de Mendoza y el P. Lorenzo Martínez de Avileira, para no afectar la grada del altar, hicieron un pequeño sepulcro en la nave de San Francisco Javier, en el piso junto a la pared, los gastos del entierro fueron gratis, y en la despedida del duelo, fue proclamado “Padre espiritual de la república, su bienhechor y fundador de su Iglesia”.


Por disposición del Obispo Espada sus restos fueron trasladados al Cementerio General, que estaba en las inmediaciones de la Iglesia Mayor. En el momento de exhumar sus restos en presencia del Obispo Espada y de gran parte del pueblo, el cuerpo apareció incorrupto, generalizándose su fama de santidad. Posteriormente, en enero de 1819, por disposición del mismo prelado, fueron depositados en un sarcófago especial en una fosa que se había hecho dentro del atrio del templo


Tuvo una ardua carrera eclesiástica, dedicó sus mejores años a la construcción y mantenimiento de los templos de Santa Clara, fue la educación y la instrucción de los más necesitados, su preocupación más honda y a ella prestó su atención, realizó numerosas obras por el bien de su ciudad, queda sus obras y a su memoria, el obelisco situado en el Parque Vidal y una calle con su nombre que nace en Unión, y termina en la iglesia del Carmen (antigua calle de La Pólvora).


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