Frase muy popular entre los cubanos, para referirse a quien queda en situación incómoda (sin pluma) y gritando (cacareando), muchos creemos que tiene su origen en el famoso monumento del gallo en Morón, provincia de Ciego de Ávila, y símbolo de ese pueblo hermano de la provincia de Ciego de Ávila, pero nada más lejos de la realidad, resulta que el susodicho gallo no tiene que ver con Cuba ni con un gallo de verdad, cronistas atribuyen el origen de la frase a un suceso acontecido en la población de Morón de la Frontera, provincia de Sevilla en España, una historia, que proveniente de tan lejanas regiones llego a escalar en el argot popular cubano hasta el punto de convertirse en una de las más populares frases cubanas, durante el siglo XVIII.